La escoba

Te agarro lento y camino hacia delante. Quito la cinta del piso con unas puntas de pie hacia atrás dando pasos rápidos y cortos, y la jalo, y el viento se lleva mi pelo de esa fuerza que le di a mi cabeza hacia la derecha. Me vuelvo al espejo y te pongo entre mis piernas, como quien espera algo para empezar a barrer, agarro la cinta engomada y me amarro el pelo, envuelvo mi largo pelo naranja sin importarme si saldrá algun dia de ahi.... te agarro como si nunca te hubiera tenido, te tiro al piso enojada y me detengo a levantarte de nuevo, con un intento de habilidad balletísca que tengo por naturalza y no adquirida, un pie en la madera y el otro al vacío... te pongo y me acuesto, te entrepierno como la última vez, cuando eras hombre y no escoba. Te recorro acostada con mi mano derecha, y sentí que eras hombre de nuevo, esa forma por donde pasaba asemejaba aquello que tocaba, cuando estabas... cuando no eras escoba.. lo eras ahora...
Y pasa que pasaste en el piso, y te pasaba por encima y volabas conmigo y te tiraba y sonabas repicar en la madera, ni espejo que existiera ni personas que vieran. La persona-escoba no se veía entre todos ellos, mi mirada se clavaba con enojo e ira a la escoba que ahora eras.
E intenté alcanzarte con un brazo infinito que se arqueaba junto con mi espalda y sentí tocar el cielo... y dabamos con el piso... donde tocó la mano y seguido la cabeza, porque no podía salir ilesa de tan intensa soledad.... bailada... en minutos. Y la música se apaga y me veo acostada acurrucada a la almohada que no existió y la escoba que ahora eras. La escoba que ahora eras. La escoba que ahora eras... Y la persona-escoba fue testigo, la persona-escoba que una vez fue para mí un hombre escuchó todo eso que no dije... se vió reflejado en el material que no refleja de la escoba... la escoba que ahora eras.